miércoles, 16 de julio de 2014
sábado, 12 de julio de 2014
CAPÍTULO III: El escritor en la sociedad

Este
fenómeno del «medio literario» es característico del siglo XIX y del siglo xx.
No ha existido siempre. Es por lo que nos es preciso ahora examinarla evolución
de las relaciones económicas entre el escritor y la sociedad, es decir, del
oficio de escritor.
Como
mecanismo de ganancia para el escritor existen dos: Por un lado el mecenazgo es
el cuidado del escritor por una persona o una institución que le protegen, pero
que esperan de él en reciprocidad la satisfacción de la necesidad cultural. Las
relaciones entre cliente y patrón tienen relación con las de vasallo soberano.
Y
por otro lado, el autofinanciamiento es también la extraordinaria mezcla de
actividades remuneradoras que permitieron a Voltaire vivir y enriquecerse.
Se
haya aquí toda la gama de recursos financieros, comprendiendo las pensiones del
mecenazgo, los beneficios del editor, los derechos de autor del hombre de
letras, pero, sobre todo, la especulación hábil, el ingenio comercial del
industrial relojero y la vigilancia del terrateniente usurero.
En
el precio previamente estipulado el autor recibe una cantidad a cambio de la
cual deja todos sus derechos en manos del editor, sea cual sea el éxito
ulterior de su obra.
En
el porcentaje, el autor recibe una parte del precio de venta de cada ejemplar
vendido. Esta parte puede oscilar entre el 5 % para las obras científicas al
12-15 % para las obras de éxito.
Algunos
contratos prevén un porcentaje progresivo según el volumen de la venta. Además,
el editor hace al autor, en general, uno o más adelantos de garantía sobre un número
determinado de ejemplares en ciertos momentos previamente establecidos
Es
así que tocamos el nivel más bajo de
esta población literaria tan curiosamente desequilibrada, porque no ha podido
encontrar todavía su estatuto social y especialmente económico en el mundo
moderno.
Sólo
un largo trabajo de análisis permitirla definir las causas profundas de este
desequilibrio. El examen del sistema de distribución nos indicará, por lo
menos, algunos de los procedimientos por los que se puede encontrar algún
remedio.
CAPITULO II: ¿Cómo abordar el hecho literario?
1. Libro, lectura y Literatura
Littré duda entre una definición material – “reunión de varios cuadernos de
páginas manuscritaso impresas” – y una definición semiintelectual –“ obra
espiritual,sea en prosa o en verso, de una extensión lo suficientemente amplia
para llenar al menos un volumen”.
El defecto de todas estas
definiciones es que consideran el libro como un objeto material y no como un
medio de intercambio cultural. Ahora bien, un libro es una “máquina para leer”,
y es la lectura lo que lo define: “Es el esfuerzo conjugado del autor y el
lector que hará surgir este objeto concreto e imaginario que es la obra del
espíritu”.
Copiado, impreso o fotografiado,
el libro tiene por finalidad permitir la multiplicación
de la palabra, al mismo tiempo que su conservación: un libro para una sola
persona no tendría ningún sentido.
Ahora bien, la unidad estadística
es el título y no el ejemplar.
Teniendo en cuenta las importaciones y las repeticiones, la estadística por
títulos nos pude indicar, como máximo, la riqueza y la variedad de la vida
intelectual de un país; nos permite evaluar el número y la productividad de sus
escritores, pero no nos da ninguna idea del papel de la lectura en la vida
social. Para analizar el fenómeno de la lectura, sería preciso tener en cuenta
las tiradas –no tan solo las de la edición, sino incluso las de la prensa.
Todas las lecturas posibles no
son efectivas. Partiendo de las cantidades de papel, eliminando a los
analfabetos y a los niños, habida cuenta de que un mismo material sirve para
tres o cuatro lectores, deberíamos admitir que un francés lee por término medio
40.000 palabras por día y un inglés, tres veces más.

Es literaria toda obra que no es
un instrumento, sino un fin en sí. Es literatura toda lectura no funcional, es
decir, la que satisface una necesidad cultural no utilitaria. Entre las
lecturas efectivas, la mayor parte son funcionales, sobre todo entre las
lecturas de prensa, donde se busca sobre todo informaciones. Pero tampoco en el
libro todo es literatura.
Además, la prensa contiene una
proporción variable, pero a menudo muy fuerte, de lecturas no funcionales con
carácter literario: folletines, novelas, cuentos, ensayos, esquelas, etc. Una
parte de este material es reutilizable por la edición, pero la gran masa de la
producción literaria periódica es considerable y equilibra a veces la de los
libros.
No se puede pues confiar en las
clasificaciones formales o materiales sistemáticas para hacernos una idea clara
de las relaciones lectura-literatura. Es más bien la naturaleza del intercambio
autor-público lo que nos permite definir lo literario y lo que no lo es. Todo
escrito puede convertirse en literatura, en la medida en que nos permite
evadirnos, soñar o, por el contrario, meditar, cultivarnos gratuitamente.
Y, al revés, hay usos no
literarios de obras literarias: el consumo de literatura no se identifica con
la lectura literaria. Se puede comprar un libro con otras intenciones que no
sean las de leerlo. Se puede leer un libro con otras intenciones distintas a
las de obtener de él un placer estético o un beneficio cultural. Por ende, una
definición rigurosa de literatura supone una convergencia de intenciones entre
lector y autor; una definición más amplia exige por lo menos una compatibilidad
de intenciones.
2. Las vías de acceso
El método más evidente para
comprender un fenómeno a la vez psicológico y colectivo es el de interrogar a
un número de personas juiciosamente elegidas.
Quien nos cite a Stendhal o
Malraux como sus lecturas habituales y confiese que lee, a veces, una novela
policíaca o dos para relajarse, no querrá admitir que el tiempo consagrado por
él a la lectura policíaca, es de hecho, muy superior al que concede a sus
“libros favoritos”. Si menciona la lectura del periódico, olvidará aquellos
minutos que consagra a la tira de dibujos y que, en total, representan un
tiempo apreciable; asimismo, pasarán desapercibidas las lecturas de la sala de
espera, o las que se pasan en la biblioteca de los niños.
Hay aquí un amplio campo cuya
explotación no puede negligir el historiador literario. Es lo que se llama la
“subliteratura”, o la “infraliteratura”, o las “literaturas marginales”. Entre
esta zona ignorada de los manuales hasta una época muy reciente, y el dominio
de las obras “nobles”, existen constantes intercambios a nivel de temas, ideas
y formas. Y llega aún a suceder que una obra pasa a veces de un sector a otro.
Como se verá más tarde, pertenecer a la literatura o a la subliteratura no se
define por las cualidades abstractas del escritor, de la obra o del público,
sino por un cierto intercambio.
El testimonio de los
intermediarios del libro podría tener más valor, pues editores, libreros y
bibliotecarios controlan los principales rodajes del mecanismo de los intercambios.
Desgraciadamente, para las dos primeras categorías, el secreto comercial es una
mordaza demasiado eficaz; para la mayor parte de ellos, su despacho o su tienda
son puestos de mando cerrados, donde sin embargo ejercen una influencia real y
decisiva sobre escritores y el público.
El caso de los bibliotecarios es
poco distinto, pues está generalmente en condiciones de dar testimonio directo
sobre el comportamiento de sus lectores. El inconveniente es que este
testimonio no se refiere sino a una parte muy reducida y especializada de
público: la del lector de biblioteca.
Es a través del estudio de los
datos objetivos explotados sistemáticamente y sin ideas preconcebidas que será
preciso abordar el hecho literario. De entre los datos objetivos vamos a utilizar
en primer lugar, los estadísticos.
Los datos estadísticos permiten hacer resaltar las grandes líneas
del hecho literario. Es preciso entonces interpretarlas por medio de otro tipo
de datos objetivos proporcionados por el estudio de las estructuras sociales
que encuadran el hecho literario y de los medios técnicos que lo condicionan:
regímenes políticos, instituciones culturales, clases, capas y categorías
sociales, grado de analfabetismo, del librero, del editor, problemas
lingüísticos, etc.
Se puede finalmente llegar al
estudio de casos concretos según los métodos de la literatura general o de la
literatura comparada: éxito de una obra, evolución de un género o de un estilo,
planteamiento de un tema, historia de un mito, etc. Es entonces cuando los datos
subjetivos alcanzarán todo su valor, y que el investigador, con la ayuda de
encuestas, interrogatorios, testimonios orales y escritos, reconstruyendo los
conocimientos que le proporcionan las “historias de casos”, puede otorgar toda
su significación a los fenómenos observados objetivamente.
ROBERT ESCARPIT: SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA
PRINCIPIOS Y MÉTODOS
Capítulo
I: ¿Por qué una sociología de la
literatura?
1. Literatura y sociedad
El
hecho literario se presenta de manera compleja; por ello, es necesario una
interpretación del fenómeno completo y no parcial como se ha dado, por ejemplo,
en la historia literaria, en la cual solo se ve hombres y obras.
Para
un estudio cabal del hecho literario debemos tomar en cuenta su dimensión
social (producto manufacturado, distribución comercial, oferta y demanda,
consumidores, etc.). El tener en cuenta lo social nos brinda una visión
completa y no deformada del hecho literario.
2. Historia:
Veamos cómo se ha tomado la dimensión social de la literatura en el transcurrir histórico:
a) En 1800 con la publicación de Nne. de Stael se toma
esta conciencia intentando unir literatura y sociedad.
b) En Alemania se desarrollan los principios de Zeitgeist
(espíritu de época) y volksgeist (espíritu nacional).
c) Marx y Engels publican “Sobre la literatura y sobre el
arte” la cual es una lectura engañosa. Con Plekhanov se dará una verdadera
teoría marxista de la literatura.
d) Vladimir Jdanov menciona que la literatura tiene una
relación inseparable con la vida de sociedad y el libro no es una entidad
independiente aislada.
e) Georges Luckács y su discípulo Goldmann dan una visión
de la sociología de la literatura centrándose en los problemas estéticos.
f) Oposición al método sociológico en la Unión Soviética
con el formalismo. Pero cabe mencionar que entre 1927 y 1930 existió una
sociología formalista de la literatura.
g) Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días se ha
intentado crear una ciencia literaria. En ella se combinan las influencias de
la filosofía neohegeliana de Dilthey, de la crítica filológica y de la
psicología gestaltiana.
h) La idea de generación con FrancoisMentré y completada
con Albert Thibaudet.
i) Hoy se ha llegado a ver el motor más eficaz de las
investigaciones de sociología literaria: La necesidad de una política del
libro.
3. Para una política de libro
Es
esencial contar con una polìtica del libro para tener una real sociología
literaria. Ello nos permitiría, entre otros elementos, conocer los gustos de
los lectores, preferencias, necesidades, cuando lee un francés, un ruso, un
peruano, etc., por día, por mes o año.
Además,
actualmente nacen centros de sociología de los hechos literarios:
·
Bruselas (Centro de
Sociología de la Literatura).
·
Birmingham
(Center forContemporary Cultural Studies).
·
También en América,
Alemania, África, Japón, Italia y países socialistas.
miércoles, 9 de julio de 2014
EL ESTUDIO DEL DISCURSO
EL ESTUDIO DEL DISCURSO
Teun A. van Dijk
¿Qué es el discurso?
La noción de discurso es esencialmente difusa. Pero se puede ir cogiendo por partes y sacar un concepto poco a poco. Decir que el discurso es un suceso de comunicación ya que el lenguaje sirve para comunicar ideas o creencias y lo hacen como parte de sucesos sociales más complejos. Se puede también mencionar que el discurso es una interacción verbal, ya que un simple encuentro de amigos podemos intercambiar lenguaje verbal y no verbal con ellos, haciendo efectivo lo que acabo de mencionar.Por otro lado, el uso del lenguaje no se limita al lenguaje hablado, sino que incluye el lenguaje escrito, ya que existe mucha similitud en la manera como las personas habla o escriben cuando utilizan el lenguaje para comunicar sus ideas y lo mismo ocurre cuando a gente escucha o lee un discurso. Además los textos también tienen usuarios y es así que podemos hablar de una interacción escrita a pesar de no interactuar cara a cara.
El discurso como estructura verbal.
- El sonido, la vista y el cuerpo
En el discurso hablado los sonidos tampoco ocurren aislados, están acompañados por diversos tipos de actividad no verbal, como los gestos, las expresiones faciales, la posición del cuerpo, la proximidad, el aplauso y la risa, acciones que acompañan a las conversaciones.Hablar de aspectos auditivos, visuales y corporales del discurso presupone una diferenciación ben conocida: la conversación y el texto, donde la primera comprende las conversaciones cotidianas, el dialogo, etc. Mientras que el segundo define un conjunto grande de tipos de discurso que comprende los libros, las novelas, etc.
- Orden y forma
El orden de las palabras o de las frases puede cumplir diversas funciones con respecto a otras oraciones del discurso. El orden también puede desempeñar otras funciones como la de indicar contraste, énfasis o una elección entre varias alternativas. El orden normal de las palabras de una oración puede cambiar en función de la estructura de las oraciones anteriores o de la información que estas brindan.
Por otro lado la forma de
las oraciones opera como indicador de la
distribución de la información a través del discurso, la estructura formal de
las oraciones en el discurso es independiente del resto del discurso.
- Sentido
La descripción del sentido del discurso dejamos atrás la lingüística y la gramática tradicionales y encontramos nociones típicas del discurso propiamente dicho. Los tópicos de un discurso constituyen los sentidos globales del discurso definen sus coherencia global o macroherencia. Cuando explicitamos el tópico de un texto en realidad estamos contestado preguntas como: ¿de qué está tratando o hablando? Los tópicos son elementos cruciales del texto y la conversación. Sin ellos ¿no sabríamos de qué estamos hablando o que estamos leyendo. Definen la unidad global del discurso y se expresan habitualmente en ciertos segmentos del discurso como los titulares, los resúmenes o las conclusiones.
- Estilo
Se puede intentar definir en términos de variación. Es decir que para referirnos a las mismas personas, podemos utilizar ítems léxicos diferentes. Cuando estas variaciones ocurren en función del contexto, se dice que estaos frente a características del estilo del discurso.
- Retórica
Los análisis retóricos habitualmente se ocupan de estos “Recursos” de persuasión, es decir, de las estructuras especiales del discurso que atraen la atención en razón, por ejemplo, de una repetición inesperada, de un orden invertido, de estructuras que quedan incompletas o de cambios del sentido.
Discurso y sociedad
Aquí podemos hablar de estructuras locales y globales del contexto. Entre las restricciones contextuales locales del discurso tenemos, a situación, los participantes y sus diversos papeles comunicativos y sociales. El contexto global se vuelve relevante tan pronto como identificamos el discurso u otras acciones corrientes como una parte constituyente de acciones o procedimientos institucionales u organizativos y cuando los participantes interactúan en calidad de miembros de categorías sociales.
- Análisis social del discurso
El discurso es una parte intrínseca de la sociedad y participa de todas sus injusticias, así como de las luchas que se emprenden contra ellas. Los analistas críticos del discurso no se limitan a observar tales vínculos entre el discurso y las estructuras sociales, sino que se proponen ser agentes del cambio, y lo hacen como expresión de solidaridad cono todos los que necesitan con urgencia ese cambio.
- Estudios del discurso
Estos estudios surgieron en la década de 1960 más o menos al mismo tiempo en diversas disciplinas de las humanidades.El estructuralismo aportó un marco más amplio para el estudio de la narrativa, los mitos, la literatura, las películas cinematográficas y otras prácticas semióticas.En cuanto a la sociología y pragmática existen trabajos dedicados al estudio de la naturaleza discurso, que subraya la necesidad de estudiar el lenguaje concreto en sus contextos sociales y culturales variables.Según la psicología social y discursiva, partiendo del paradigma cognitivo predominante e inspirados en los principios de la etnometodologia, destacaron en particular la realización interactiva de fenómenos psicológicos como a comprensión, la explicación, las opiniones y las ideologías.
Diversidad e integración
Algunos investigadores jamás aceptarán la honda división que se hacía entre la cognición por una parte y la interacción, la sociedad y la cultura por la otra y promovieron el estudio de la antropología cognitiva y de la cognición social como base del análisis del discurso que, para ellos, entrenaba una dimensión sociocultural y otra cognitiva. Por un lado los estudios del discurso reprodujeron parcialmente las bien conocidas limitaciones propias de las disciplinas especializadas o las divisiones arbitrarias propias del trabajo y las esferas de interés de los investigadores.
CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE UN SUEÑO
CONSTRUCCIÓN Y DESTRUCCIÓN DE UN SUEÑO (cuentos)
En el primer cuento, Sebastian recuerda hechos pasados al encontrar un lápiz amarillo entre las
cosas de su hija. Los recuerdos evocan su niñez en la sierra,
el largo camino que recorren Sebastián y su madre para comprar los útiles
escolares, el intercambio de una gallina y su primer día de clases . Luego, el protagonista intenta dejar atrás el pasado doloroso escribiendo en una hoja
de papel todos los hechos que lo atormentan.
En el segundo cuento, Sebastián recuerda su pueblo
Poqowanka. Recuerda el cielo, las costumbres y los cantos, además, el cómo Pablo,
un poblador de Pokowanka, encuentra al santo del pueblo, San Felipe Apóstol, a
partir de la búsqueda de una vaca por parte del mismo poblador, el cual, al
encontrar al santo, avisa al pueblo del sorprendente hallazgo.
Con respecto al análisis sociológico de los relatos,
podemos encontrar dos espacios bien diferenciados:
ü - La ciudad (tiempo presente en el cual encontramos a
Sebastian atormentado por hechos del pasado y con poder adquisitivo).
ü - El campo (tiempo pasado, en el cual se habla del
pueblo Poqowanka, sus costumbres, la niñez penosa de Sebastian y de su madre).
En un primer momento, Sebastián vive con su hija en
una casa grande, con muchos cuartos y con varios objetos materiales, lo cual
nos habla del poder adquisitivo de este. Por lo dicho, el protagonista y
su hija pertenecen a la burguesía y se encuentran en un sistema económico
capitalista. Es importante señalar que posiblemente Sebastián deja el campo y se establece
en la ciudad para buscar un mejor futuro.
En un segundo momento, se desarrolla la niñez de
Sebastián, en la cual él vive con su madre en un pueblo de la sierra peruana
(Poqowanka) sin muchos recursos, alejado de la escuela, pues ambos tienen que
recorrer un largo camino para comprar los útiles escolares de Sebastián, con el
intercambio de una gallina. Ambos se encuentran en un sistema económico de tipo
feudal y tienen poco poder adquisitivo.
Cabe mencionar que la madre de Sebastián desea que su hijo salga adelante por
medio del estudio, para que así tenga una mayores oportunidades de lograr una mejor calidad de vida.
domingo, 6 de julio de 2014
AMBIGUEDAD
AMBIGÜEDAD
1. Introducción al problema

2. Inscripciones y
extensiones: ambigüedad elemental
Las
propuestas que acabamos de considerar tienen en común lo siguiente: el que
interponen entre las palabras y las cosas denotadas entidades adicionales-
significados, sentidos, ideas o lecturas como raíz de la ambigüedad; entidades
cuya individuación, o papel explicativo, es obscuro, y que implican, como
mínimo, el recurso a la controvertida noción de sinonimia.
3. Ambigüedad-E,
generalidad y vaguedad
La
categoría inclusiva, desde el punto de vista de nuestro interés presente, es la
de ambigüedad, con los indicadores
formando un subgrupo de términos ambiguos, distinguibles a grandes rasgos por
el hecho de que la variación extensional de las réplicas- indicadores está
relacionada, de una manera relativamente sistemática, con algún rasgo
contextual de estas réplicas. Así, un “yo” se refiere normalmente a su propio
productor, y un “ahora” aun adecuado período de tiempo dentro del cual se
encuentra su propia producción.
4. Ambigüedad de
Ocurrencia: Ambigüedad- I
La ambigüedad elemental, por tanto, no
concuerda con las interpretaciones usuales. Al decir que una expresión es
“ambigua” con frecuencia queremos decir que hay alguna dificultad ligada a su
interpretación en una ocurrencia dada, es decir, alguna indecisión que
afecta al giro singular.
Asimilar una tal indecisión a mera
vaguedad sería obviar el punto crucial de que tal como lo expone Richman “la
ambigüedad psicológica implica una ambigüedad semántica”.
5.
Ambigüedad de ocurrencia: ambigüedad- M
Ya que la palabra “alumbraron” es un
juego de palabras que denota ambas cosas, parir e iluminar, el juego requiere
ambas referencias; ya que no se trata de decidir sobre la pretendida referencia
única. Con todo, ambas referencias no pueden, sin contradicción, atribuirse al
mismo término.
Pero tampoco podemos expeditivamente
relativizar la denotación a lenguajes o sistemas, de manera tal que el mismo
giro tenga, por ejemplo, una extensión en un lenguaje dado, y otra en uno
diferente. Un giro frase es un tofo integrado por giros- palabra con
espaciamiento y orientaciones mutuas apropiadas, articulados gramaticalmente en
el orden lineal normal.
Tomemos como ejemplo la inscripción-
frase:
S: Nuestras madres nos alumbraron.
Consideremos en S que x es el giro
ambiguo- M “alumbraron”. Consideremos ahora R y T como contenido réplicas de x
extensionalmente divergentes, siendo z el giro “alumbraron” en R y T.
R: Los conferenciantes alumbraron a
sus audiencias.
T: Mary y Jane alumbraron a sus hijas.
La palabra denota distintos
significados, pero estos últimos guardan algunos semas comunes de la palabra.
6.
Un problema nuevo: centauros verdes
Richman hace notar el caso siguiente,
planteando un problema nuevo “centauro verde”, escribe, es un término ambiguo,
dado que puede usarse para significar centauros de un cierto color, o centauros
de un cierto grado de experiencia; las clases a las que alude, sin embargo son
ambas idénticas, ya que ambas son vacías.
7.
Diferencia de significado
Al tratar de la ambigüedad hemos
avanzado algo apelando a la divergencia extensional, si bien nos hemos
encontrado con dificultades para los casos en que la ambigüedad persiste en una
tal divergencia. Hemos visto que la identidad de la extensión no elimina en
todos los casos las diferencias de significado asociadas a distintas réplicas.
8.
Ambigüedad constituyente
La idea que se impone rápidamente es
la de tener en cuenta las extensiones de las palabras, tanto constituyentes
como compuestas. El criterio original de Goodman basculaba en torno a la
referencia a las extensiones de las dos mismas palabras originales, así como a
las de sus compuestos. Aplicado a los giros, este criterio no puede explicar el
caso del “centauro verde”. Pero solo queremos hacer observar que las réplicas
de la palabra constituyente “verde” se caracterizan por la ambigüedad
elemental, dado que algunas denotan cosas de un cierto color y, otras, cosas de
un cierto grado de experiencia.
9.
Ambigüedad compuesta
Consideremos, primero, que la
ambigüedad constituyente depende de la separabilidad de los constituyentes.
Palabra de los giros dados. ¿No podemos concebir una ambigüedad que sigue
siéndolo aun cuando no se admita tal separabilidad? Imaginemos, por ejemplo,
que hemos aprendido a entender desde un principio todo giro “centauro verde”
como una unidad indivisible singular, no teniéndose como dominio alguno de los
giros “verde” aislados. Sin embargo, se sabe que todos los giros “centauro
verde” son idénticos en extensión, al no haber centauro verde alguno. Por
tanto, no hay aquí ambigüedad elemental alguna, ni tampoco hay, por falta de
separabilidad relevante, ambigüedad constituyente alguna.
10.
Selección de la mención
Una clave nos la proporciona una
ulterior consideración sobre la situación de aprendizaje. Observamos que no
porque un niño entresaque siempre el término “centauro” puede por ello
considerarse que haya captado aun el todo de la cuestión, hasta que no podamos
está seguro de que él, o ella, pueda seleccionar correctamente imágenes de
centauro. Ahora bien, en la selección de tales imágenes, el niño, de modo
típico, no usa de hecho el compuesto “imagen de centauro”, sino más bien el
término original “centauro”. Además, al señalar al centauro en un dibujo
determinado se espera que el niño aplique el mismo término “centauro” a una
región apropiada del dibujo. Tales usos cuasi- denotativos del término los
llamaremos selectivos de la mención, ya
que, aunque literalmente no denotan ni imágenes de centauro, ni ámbitos de
centauro, se están utilizando aquí, de forma reminiscente de la metáfora, para
seleccionar de hecho menciones de centauro. En el caso de “centauro”, que tiene
una denotación nula, su empleo selectivo de la mención puede muy bien
relacionarse con el aprendizaje de esta denotación misma.
La semántica conceptual
LA SEMÁNTICA CONCEPTUAL
La semántica conceptual
parte del postulado básico que el lenguaje es el vehículo del significado y, a
su vez, la ventana que nos muestra cómo los hablantes de una lengua
conceptualizan o entienden la realidad.
1. El
lenguaje como entrada al sistema conceptual
Según Talmy, el lenguaje es
la puerta de entrada a nuestro sistema conceptual, en otras palabras, la
estructura semántica que se observa en la lengua es un reflejo de la estructura
conceptual, de las representaciones mentales que los hablantes de una lengua
tienen del mundo en el que viven. El sistema conceptual no es una reproducción
exacta de la realidad; el sistema conceptual esta corporeizado y emerge de la
experiencia corpórea con el mundo que nos rodea y con el que interactuamos
continuamente.
El sistema conceptual está
formado por dos subsistemas: el sistema de estructuración conceptual y el
sistema de contenido conceptual. El lenguaje, tiene a su vez, dos sistemas
claramente diferenciados que muestran la bifurcación de los dos subsistemas
conceptuales. Por un lado tenemos el sistema abierto o el léxico, que es el que
aporta el contenido conceptual y, por el otro, el sistema cerrado o la
gramática, que es el que ofrece el “esqueleto” o la “estructura” sobre la cual
se engarza el contenido conceptual.
2. Los sistemas esquemáticos
La estructura conceptual, según
la teoría de Talmy, está formada por una serie limitada de sistemas
esquemáticos. Estos sistemas esquemáticos proporcionan la “arquitectura” básica
sobre la cual el contenido conceptual, expresado por el sistema abierto o el
léxico, se engasta. Dicho de otro modo, los sistemas esquemáticos estructuran
una escena expresada a través del lenguaje; cada uno de los sistemas contribuye
a un aspecto estructural de dicha escena.
Inicialmente Talmy propone
cuatro sistemas esquemáticos; el sistema de estructura configuracional, el
sistema de perspectiva, el sistema de atención y el sistema de dinámica de
fuerzas. Más tarde dicho autor añadirá a estos cuatro uno más: el sistema del
estado cognitivo, y no cierra la posibilidad de incluir otros a futuro.
2.1 El sistema de estructura
configuracional
El sistema de estructura
configuracional impone estructura espacial y temporal a una escena y la divide
en acciones y participantes. Dentro de este sistema Talmy incluye siete
categorías esquemáticas: cantidad, delimitación, divisibilidad, grado de
extensión, patrón de distribución, axialidad y división de la escena.
2.2 El sistema de
perspectiva
El sistema de perspectiva
especifica el punto de vista desde el cual observamos la escena y sus
participantes. Talmy señala que este sistema se puede entender más fácilmente
empleando términos visuales, así hablaremos de “ver una escena” para referirnos
a la mirada mental y no a la física. Este sistema está formado por cuatro categorías: lugar de la perspectiva,
distancia, modo y dirección.
2.3 El sistema de la
distribución de la atención
El sistema de la
distribución de la atención se encarga de dirigir la atención hacia una o varias
partes de la escena. Tres factores son los que gobiernan la distribución de la
atención sobre la escena referencial: fuerza de la atención, patrón atencional
y proyección de la atención en la escena.
2.4 El sistema de la
dinámica de fuerzas
El cuarto sistema
esquemático que Talmy propone es el de la dinámica de fuerzas. Este sistema
presenta las interacciones entre los participantes de una escena en términos de
fuerza. Para Talmy, hay una identidad con una tendencia intrínseca hacia el
descanso o hacia el movimiento, y junto a ella encontramos otra cuya fuerza se
opone a la primera.
2.5 El sistema del estado
cognitivo
Finalmente, en una
entrevista publicada en el Annual Review
of Cognitive Linguistics, Talmy nos habla del sistema esquemático del
estado cognitivo. Este sistema presenta los distintos elementos que forman el
estado mental de un agente capaz de sentir. Dentro del estado cognitivo de un
agente podemos destacar su voluntad, su intención, su estado de conocimiento,
sus expectativas y su estado afectivo.
3.
La expresión del movimiento
Parte del trabajo de Leonard
Talmy se ha centrado en el estudio de la expresión de los eventos de movimiento
en distintos, movimientos, y en el establecimiento de una tipología basada en
los diferentes patrones que las lenguas emplean para expresar dichos eventos.
Antes de abordar la tipología propuesta por Talmy, es necesario explicar que es
un evento de movimiento y los componentes semánticos que lo forman.
Según Talmy el evento de
movimiento básico consiste en un objeto (la figura) que se mueve o que está
situado con respecto a otro objeto. Para este autor los eventos de movimiento
engloban situaciones que contienen tanto desplazamiento como situaciones
estáticas.
Los eventos de movimientos
están formados, a su vez, por cuatro componentes semánticos: la figura o la
entidad que se mueve, la base o entidad con respecto a la que se mueve la
figura, el movimiento y el camino o sendero, que es el componente semántico más
importante.
3.1 Verbos de movimiento:
tres tipos de lengua
Talmy propone una
clasificación de las lenguas del mundo en tres grupos: lenguas de viene dada por el componente semántico que
suele expresarse en el verbo en una lengua.
En el primer grupo, lenguas de manera, el verbo lexicaliza
simultáneamente los componentes semánticos de Movimiento y Manera o Causa de
movimiento. A este grupo pertenecen el chino, el walpiri, todas las ramas
indoeuropeas excepto la románica. El inglés es un buen ejemplo de este grupo.
Las lenguas pertenecientes
al segundo patrón de lexicalización presentan un verbo que integra Movimiento y
Camino; por ello las ha llamado lenguas
de camino. Normalmente, cuando estas lenguas expresan la Manera o la Causa
del movimiento, lo hace con elementos independientes del verbo como, por
ejemplo, un adverbio o un gerundio.
Dentro de este segundo grupo
se incluyen las lenguas semíticas, las románicas, el coreano o el turco, entre
otras. El español es el ejemplo prototípico de este grupo.
Por último, las lenguas de figura, son el tercer
grupo dentro de esta primera tipología, e incluye aquellas lenguas como el
navajo y el atsugewi cuyos verbos expresan conjuntamente movimiento e
información sobre la Figura. En español tenemos algunos verbos que presentan
también este patrón, como aletear,
cabecear, colear, y rabear.
3.2 Camino: dos tipos de
lengua
La segunda tipología
presenta dos tipos de lenguas: las
lenguas de marco verbal y las lenguas de marco satélite. Al contrario que
la primera clasificación esta tipología binaria se basa en el componente
lingüístico que codifica o expresa el componente semántico de Camino, que es el
componente central del evento de movimiento según Talmy. En las lenguas de
marco verbal, como el español, el Camino se lexicaliza en el verbo, mientras
que en las lenguas de marco satélite, como el inglés, el Camino se expresa
mediante lo que Talmy denomina satélites y sintagmas preposicionales.
4.
Conclusión
Este capítulo ha
introducido brevemente al lector en una de las teorías fundamentales dentro de
la lingüística cognitiva: la semántica conceptual. Esta teoría semántica define
que la gramática, al igual que el léxico, tiene significado y que ambos
sistemas lingüísticos se encargan de expresar aspectos distintos de la
estructura conceptual, de nuestras representaciones mentales del mundo en que
vivimos. A partir de cómo se manifiesta en el lenguaje, nuestro sistema
conceptual puede dividirse en dos subsistemas, el sistema de estructuración
conceptual y el sistema de contenido conceptual.
La metáfora conceptual
LA METAFORA CONCEPTUAL
La
metáfora conceptual es un fenómeno de cognición en el que un área semántica o
dominio se representa conceptualmente en
términos de otro; esto quiere decir que utilizamos nuestro conocimiento de un
campo conceptual, a menudo concreto o cercano a la experiencia física, para
estructurar otro campo que suele ser más abstracto. El primero se denomina dominio fuente, puesto que es el origen
de la estructura conceptual que importamos. El segundo se denomina dominio meta o destino. Por ejemplo, la
metáfora conceptual según la cual conceptualizaríamos el tiempo en términos de
dinero se denomina convencionalmente EL TIEMPO ES DINERO. Esta metáfora es
responsable de múltiples expresiones en español como ganar tiempo, malgastar tiempo o ahorrar tiempo.
Es
importante distinguir entre metáfora conceptual y expresión lingüística
metafórica. Las primeras son esquemas abstractos de pensamiento que se
manifiestan de muchas formas, entre ellas el lenguaje, en cambio, las
expresiones lingüísticas pueden variar de una lengua a otra aunque la metáfora
conceptual sea la misma. Por ejemplo, en español podemos decir que alguien ha hipotecado su tiempo, lo cual no es
posible en inglés.
Una
metáfora conceptual indica un conjunto de asociaciones sistemáticas entre los
elementos del dominio fuente y el dominio meta así como un conjunto de
inferencias que resultan posibles gracias a esa asociación. Las asociaciones
entre elementos se denominan correspondencias
ontológicas y las proyecciones de conocimiento, que nos permiten hacer
inferencias, se denominan correspondencias
epistémicas.
EL
lenguaje nos sugiere que muchos de nuestros conceptos más básicos se
conceptualizan metafóricamente; por ejemplo, es difícil hablar de las causas,
los estados, las acciones, el tiempo, las ideas o la vida sin usar lenguaje
metafórico (“responder” a una causa o “ganar” tiempo). Como las metáforas
conceptuales son fenómenos de pensamiento, también encuentran expresión en los
gestos, en el comportamiento, en la pintura, o incluso en los objetos que
creamos para nuestro uso cotidiano.
01. El
origen de las metáforas
Las
metáforas conceptuales no son arbitrarias; según la literatura, la principal
motivación de una metáfora conceptual puede residir en su base experiencial o
en la percepción que hacemos de un parecido entre dominios.
Una
de las razones por las que numerosas metáforas conceptuales son comunes a
muchos idiomas del mundo es que la asociación entre los dominios fuente y meta
tiene una base experiencial. Ejemplo de ello es, el dominio del CALOR, se
utiliza para estructurar el campo del AFECTO en muchos idiomas y por ello
decimos que una persona “cálida” es una persona afectuosa.
La
segunda motivación de las metáforas conceptuales es la percepción de un parecido entre dos dominios. El parecido
puede ser real y objetivo (por ejemplo, entre la forma de un ratón y la del
accesorio informático), o simplemente “percibido”. Un parecido es un parecido
que construimos entre dos entidades objetivamente diferentes porque según
nuestros modelos culturales tienen algún rasgo en común o porque las metáforas
conceptuales que ya poseemos nos invitan a ver una similitud entre ellos. Por
ejemplo, los linces y las personas inteligentes tienen objetivamente poco en
común, exceptuando un rasgo que se adjudica a ambos en nuestra cultura: el de
ser astutos.
Las
metáforas que poseemos también nos permiten construir una similitud estructural
entre dos dominios dispares. Por ejemplo, la ira se conceptualiza en muchos
idiomas como una sustancia caliente que ejerce presión dentro del cuerpo.
Objetivamente existe poco parecido entre algo concreto como una sustancia
física y algo abstracto como una experiencia emocional ; sin embargo, nos
resulta fácil entender la “lógica” que justifica expresiones como hervir la sangre o explotar. Esto porque la ira y los fluidos calientes dentro de un
contenedor a presión nos parecen “similares” , así según nuestro repertorio de
metáforas conceptuales más básicas, las
emociones son objetos/sustancias, el cuerpo es un contenedor y la intensidad es
calor.
Otro
mecanismo cognitivo que puede influir en el proceso de aparición de una
metáfora conceptual es el pensamiento metonímico, especialmente en los casos en
los que dos dominios tienen la misma base experiencial, como ocurre con MÁS y
ARRIBA. Ambos están correlacionados porque, a nuestra experiencia diaria de
apilar cosas o llenar contenedores, cuando aumentamos la cantidad de algo
también aumenta la altura que alcanza.
Para
terminar, es importante señalar que toda representación ocurre en el marco de
una cultura. Un ejemplo claro son las
metáforas en las que la PERCEPCIÓN se utiliza como dominio fuente. Muchos
idiomas tienen expresiones en las que las experiencias de los sentidos (vista,
oído, gusto, tacto y olfato) se utilizan para representar experiencias más
abstractas de tipo cognitivo o emocional (olerse
algo o tocar la fibra sensible). Las metáforas de PERCEPCIÓN por tanto
ilustran cómo la cultura sirve de filtro a las posibles representaciones
metafóricas que pueden construirse en base a nuestras experiencias sensoriales
y motoras.
02. Principales
características
Las
metáforas conceptuales se caracterizan por ser un fenómeno cognitivo, no un
simple accidente lingüístico, y por esta razón su presencia es ubicua dentro y
fuera del lenguaje.
2.1.
Lo abstracto en términos de lo concreto y corporeización
Una
de las características más importantes de muchas metáforas conceptuales es que
encuentran su motivación en nuestra experiencia senso-motora; esto quiere decir
que su aparición está mediada por las características del entorno en que
vivimos y del cuerpo con el que lo percibimos, de ahí que digamos que muchas
metáforas conceptuales están “corporeizadas”.
En
general, utilizamos información de un dominio concreto y perceptual para
estructurar otro dominio más abstracto. Por ejemplo, los conceptos del BIEN y
del MAL dependen en parte de otros dos más concretos y sensoriales: la CLARIDAD
y la OSCURIDAD, posiblemente porque cuando hay claridad podemos desenvolvernos
bien, mientras que en la oscuridad existen más riesgos.
2.2.
Estructura jerárquica y herencia
Una
segunda característica es que las metáforas no son fenómenos aislados, sino que
muchas de ellas constituyen casos específicos de metáforas más generales de las
que heredan su estructura. Forman
parte, por tanto, de una jerarquía.
Por ejemplo, LAS ACTIVIDADES DE LARGA DURACIÓN CON UN OBJETIVO se
conceptualizan de manera general como un VIAJE. No nos cuesta trabajo entender
la vida como un viaje porque las acciones se conceptualizan en general como
eventos de movimiento, ACCIÓN ES MOVIMIENTO de la que hereda su estructura
conceptual.
2.3.
Proyecciones parciales, invariabilidad y multiplicidad
Las
asociaciones entre dos dominios nunca son completas. Por ejemplo, en la
metáfora COMPRENDER ES VER (ya veo lo que
quieres decir) no todo lo que sabemos de la VISIÓN se aplica a nuestro
modelo de ENTENDIMIENTO (¿cuál sería el equivalente del nervio óptico?). Por
eso decimos que las proyecciones o asociaciones entre elementos de los dos
dominios son parciales. El dominio de la
VISIÓN ilustra otra importante característica de la metáfora: la multiplicidad.
Un mismo dominio puede servir de fuente para varias metas (comprender, saber, analizar, juzgar, etc). Al mismo tiempo, dado
que las proyecciones entre dominios son siempre parciales, un mismo dominio
meta puede ser estructurado por varias fuentes. Por ejemplo, el TIEMPO se
conceptualiza en términos de ESPACIO, pero también como DINERO.
2.4.
Unidireccionalidad
Según
este principio solo la estructura del dominio fuente se proyecta sobre el
dominio meta, pero no al revés. En la
metáfora EL TIEMPO ES DINERO por ejemplo, el tiempo se conceptualiza como
dinero, pero el dinero no se conceptualiza como tiempo. En ciertos casos parece
que las dos direcciones fueran posibles (Ejemplo: representar a las personas
como animales y a los animales como personas), pero en muchos casos lo que
observamos son dos metáforas diferentes con sus respectivos focos de
significado. Cuando las personas son descritas como animales lo que enfatizamos
son sus instintos; cuando los animales se caracterizan como personas
enfatizamos su comportamiento racional, moral o estético. Se trata por tanto de
dos metáforas distintas.
2.5.
Inconscientes y automáticas
Una
de las características más polémicas atribuidas a la metáfora conceptual es su
hipotética automaticidad. La evidencia experimental con la que contamos hoy día
no sustenta la visión de que todas
las metáforas conceptuales son inconscientes o automáticas. El tipo de metáfora parece jugar un papel,
ya que los resultados más robustos se han encontrado principalmente con un tipo
de ellas: las de base experiencial. En estos casos la activación de los dos
dominios si parece ser automática e inconsciente.
Con
el resto de metáforas conceptuales los resultados experimentales son menos
consistentes. Las asociaciones conceptuales no parecen activarse en cualquier
circunstancia, sino que dependen de varios factores; uno de ellos es el tipo de actividad, otro factor es la convencionalidad de la expresión y un
tercer también relacionado es el contexto
en el que aparece la expresión.
03. Principales
distinciones tipológicas
Un
primer criterio es la estructura. Gracias a ella podemos clasificarlas en
proyecciones de una correspondencia y
proyecciones de varias correspondencias.
En las primeras, el dominio fuente solo exporta un rasgo. El objetivo de estas
proyecciones es dar prominencia a una parte del dominio meta mediante una
característica muy saliente y esencial del dominio fuente. Por el contrario, en
las metáforas de varias correspondencias, el dominio fuente exporta un amplio
conjunto de correspondencias tanto ontológicas como epistémicas que nos
permiten estructurar el dominio meta de manera más compleja, y por tanto
expandir las inferencias que podemos hacer sobre él.
Un
segundo criterio para clasificar metáforas es su motivación. El origen o
motivación nos permite clasificarlas en metáforas correlaciónales y metáforas de
parecido. Una correlación es la co-ocurrencia sistemática de dos dominios
en nuestra interacción con el mundo. Otras metáforas, por el contrario están
basadas en un parecido. El parecido entre dos dominios relacionados
metafóricamente a nivel conceptual no depende de la existencia de una similitud
literal y objetiva entre ellos, sino de ciertos rasgos en común que nosotros
mismos construimos o imponemos al percibirlos.
Una
clasificación muy parecida a la anterior es la distinción entre metáforas
primarias y compuestas. Las metáforas primarias son lo mismo que las
correlaciones, pero las complejas no son iguales a las metáforas de parecido.
El criterio de clasificación en este caso es la complejidad. Mientras que las
metáforas primarias son indivisibles porque nacen de una correlación experiencial
directa entre dos dominios, las metáforas compuestas sí son divisibles en
metáforas más sencillas.
De
acuerdo a su función, las metáforas pueden clasificarse en estructurales, ontológicas y orientacionales.
La función de las primeras consiste en organizar nuestro conocimiento del
dominio meta mediante la rica estructura conceptual importada del dominio
fuente. Las metáforas de varias correspondencias son por defecto metáforas
estructurales, ya que esta justamente es su función. Por su parte, las metáforas
ontológicas sirven para dar un estatus ontológico y por tanto mayor definición
a los dominios abstractos.
Para
concluir, las metáforas orientacionales dotan de coherencia a un conjunto de
metáforas en nuestro sistema conceptual, puesto que comparten la misma fuente.
La
naturaleza del dominio fuente es también un criterio de clasificación. En este
grupo, 2 tipos de proyección se oponen a las metáforas estándares o regulares
que hemos visto hasta el momento. Se trata de las metáforas imago esquemáticas y metáforas de imagen. En su lugar, la
primera posee un esquema de imagen, y la segunda una imagen en sí. A diferencia de las demás, las
metáforas de imagen son temporales y no suelen formar parte estable de nuestro
sistema conceptual. Finalmente, las metáforas pueden clasificarse según su
grado de generalidad en metáforas de nivel
genérico y metáforas de nivel
específico.
04. Evidencia
lingüística y psicolingüística
La
existencia de metáforas conceptuales se sugirió en un primer momento a la vista
de las sorprendentes sistematicidades que caracterizan nuestro lenguaje
metafórico habitual. Pero pronto nuevos descubrimientos lingüísticos vinieron a
respaldar la existencia de estas asociaciones conceptuales.
Un
análisis mediante metáforas de los distintos significados que una palabra tiene
en la actualidad nos revela que estos no son accidentales, sino que están
relacionados. Una de las fuentes más convincentes de evidencia empírica
proviene del campo de la psicología y la psicolingüística.
En
los últimos años la evidencia empírica se ha multiplicado y también focalizado.
La mayor parte de estudios en psicología experimental versan sobre asociaciones
de las que llamaríamos primarias o correlaciónales, y muestran que en este caso
la activación de las metáforas sí es automática. Una de ellas es la asociación
entre IRA y Calor, basada en la experiencia fisiológica de aumento de
temperatura que acompaña a la emoción.
05. Las
metáforas a nuestro alrededor
Además
de la semántica y la psicología cognitiva, muchas otras disciplinas han
adoptado el marco teórico que ofrece la teoría de la metáfora conceptual. Entre
ellas cabe citar el aprendizaje y la adquisición de lenguas, el estudio de la
lengua de signos, la crítica literaria , el estudio de la gramática y la filosofía.
Igualmente amplia es la gama de temas que se convierten en objeto de estudio en
el marco de la metáfora conceptual. Entre ellos encontramos las emocionales,
las matemáticas, la moralidad, la publicidad, el mundo de la inteligencia
artificial, la informática y el internet. La metáfora se utiliza también en el
estudio del movimiento figurado o movimiento ficticio y en el impacto que el
movimiento ficticio tiene en nuestra conceptualización del tiempo. El objetivo
de estos estudios es determinar en qué casos son posibles estas metáforas, qué
variación existe entre las distintas lenguas, y hasta qué punto este movimiento
metafórico se procesa cognitivamente de la misma manera en que procesamos el
movimiento real.
Pero
como las metáforas conceptuales son fenómenos de pensamiento, también las
observamos fuera de las expresiones orales o escritas de una lengua. Un caso
estudiado es el de los gestos, donde observamos las mismas metáforas que en la
lengua oral, con la que cooperan para comunicar coordinadamente las ideas que
queremos transmitir. Las metáforas se manifiestan también en el comportamiento,
o incluso en los objetos que creamos para nuestro uso cotidiano. Por ejemplo,
si las ideas no se conceptualizaran como objetos materiales, no tendría sentido
hablar de copyright intelectual.
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