domingo, 6 de julio de 2014

La metáfora conceptual

LA METAFORA CONCEPTUAL


La metáfora conceptual es un fenómeno de cognición en el que un área semántica o dominio se representa conceptualmente  en términos de otro; esto quiere decir que utilizamos nuestro conocimiento de un campo conceptual, a menudo concreto o cercano a la experiencia física, para estructurar otro campo que suele ser más abstracto. El primero se denomina dominio fuente, puesto que es el origen de la estructura conceptual que importamos. El segundo se denomina dominio meta o destino. Por ejemplo, la metáfora conceptual según la cual conceptualizaríamos el tiempo en términos de dinero se denomina convencionalmente EL TIEMPO ES DINERO. Esta metáfora es responsable de múltiples expresiones en español como ganar tiempo, malgastar tiempo o ahorrar tiempo.

Es importante distinguir entre metáfora conceptual y expresión lingüística metafórica. Las primeras son esquemas abstractos de pensamiento que se manifiestan de muchas formas, entre ellas el lenguaje, en cambio, las expresiones lingüísticas pueden variar de una lengua a otra aunque la metáfora conceptual sea la misma. Por ejemplo, en español podemos decir que alguien ha hipotecado su tiempo, lo cual no es posible en inglés.
Una metáfora conceptual indica un conjunto de asociaciones sistemáticas entre los elementos del dominio fuente y el dominio meta así como un conjunto de inferencias que resultan posibles gracias a esa asociación. Las asociaciones entre elementos se denominan correspondencias ontológicas y las proyecciones de conocimiento, que nos permiten hacer inferencias, se denominan correspondencias epistémicas.
EL lenguaje nos sugiere que muchos de nuestros conceptos más básicos se conceptualizan metafóricamente; por ejemplo, es difícil hablar de las causas, los estados, las acciones, el tiempo, las ideas o la vida sin usar lenguaje metafórico (“responder” a una causa o “ganar” tiempo). Como las metáforas conceptuales son fenómenos de pensamiento, también encuentran expresión en los gestos, en el comportamiento, en la pintura, o incluso en los objetos que creamos para nuestro uso cotidiano.

01.   El origen de las metáforas

Las metáforas conceptuales no son arbitrarias; según la literatura, la principal motivación de una metáfora conceptual puede residir en su base experiencial o en la percepción que hacemos de un parecido entre dominios.
Una de las razones por las que numerosas metáforas conceptuales son comunes a muchos idiomas del mundo es que la asociación entre los dominios fuente y meta tiene una base experiencial. Ejemplo de ello es, el dominio del CALOR, se utiliza para estructurar el campo del AFECTO en muchos idiomas y por ello decimos que una persona “cálida” es una persona afectuosa.
La segunda motivación de las metáforas conceptuales es la percepción de un parecido entre dos dominios. El parecido puede ser real y objetivo (por ejemplo, entre la forma de un ratón y la del accesorio informático), o simplemente “percibido”. Un parecido es un parecido que construimos entre dos entidades objetivamente diferentes porque según nuestros modelos culturales tienen algún rasgo en común o porque las metáforas conceptuales que ya poseemos nos invitan a ver una similitud entre ellos. Por ejemplo, los linces y las personas inteligentes tienen objetivamente poco en común, exceptuando un rasgo que se adjudica a ambos en nuestra cultura: el de ser astutos.
Las metáforas que poseemos también nos permiten construir una similitud estructural entre dos dominios dispares. Por ejemplo, la ira se conceptualiza en muchos idiomas como una sustancia caliente que ejerce presión dentro del cuerpo. Objetivamente existe poco parecido entre algo concreto como una sustancia física y algo abstracto como una experiencia emocional ; sin embargo, nos resulta fácil entender la “lógica” que justifica expresiones como hervir la sangre o explotar. Esto porque la ira y los fluidos calientes dentro de un contenedor a presión nos parecen “similares” , así según nuestro repertorio de metáforas conceptuales más básicas, las emociones son objetos/sustancias, el cuerpo es un contenedor y la intensidad es calor.
Otro mecanismo cognitivo que puede influir en el proceso de aparición de una metáfora conceptual es el pensamiento metonímico, especialmente en los casos en los que dos dominios tienen la misma base experiencial, como ocurre con MÁS y ARRIBA. Ambos están correlacionados porque, a nuestra experiencia diaria de apilar cosas o llenar contenedores, cuando aumentamos la cantidad de algo también aumenta la altura que alcanza.
Para terminar, es importante señalar que toda representación ocurre en el marco de una cultura. Un ejemplo claro son las metáforas en las que la PERCEPCIÓN se utiliza como dominio fuente. Muchos idiomas tienen expresiones en las que las experiencias de los sentidos (vista, oído, gusto, tacto y olfato) se utilizan para representar experiencias más abstractas de tipo cognitivo o emocional (olerse algo o tocar la fibra sensible). Las metáforas de PERCEPCIÓN por tanto ilustran cómo la cultura sirve de filtro a las posibles representaciones metafóricas que pueden construirse en base a nuestras experiencias sensoriales y motoras.

02.   Principales características

Las metáforas conceptuales se caracterizan por ser un fenómeno cognitivo, no un simple accidente lingüístico, y por esta razón su presencia es ubicua dentro y fuera del lenguaje.

2.1. Lo abstracto en términos de lo concreto y corporeización

Una de las características más importantes de muchas metáforas conceptuales es que encuentran su motivación en nuestra experiencia senso-motora; esto quiere decir que su aparición está mediada por las características del entorno en que vivimos y del cuerpo con el que lo percibimos, de ahí que digamos que muchas metáforas conceptuales están “corporeizadas”.
En general, utilizamos información de un dominio concreto y perceptual para estructurar otro dominio más abstracto. Por ejemplo, los conceptos del BIEN y del MAL dependen en parte de otros dos más concretos y sensoriales: la CLARIDAD y la OSCURIDAD, posiblemente porque cuando hay claridad podemos desenvolvernos bien, mientras que en la oscuridad existen más riesgos.

2.2. Estructura jerárquica y herencia

Una segunda característica es que las metáforas no son fenómenos aislados, sino que muchas de ellas constituyen casos específicos de metáforas más generales de las que heredan su estructura. Forman parte, por tanto, de una jerarquía. Por ejemplo, LAS ACTIVIDADES DE LARGA DURACIÓN CON UN OBJETIVO se conceptualizan de manera general como un VIAJE. No nos cuesta trabajo entender la vida como un viaje porque las acciones se conceptualizan en general como eventos de movimiento, ACCIÓN ES MOVIMIENTO de la que hereda su estructura conceptual.

2.3. Proyecciones parciales, invariabilidad y multiplicidad

Las asociaciones entre dos dominios nunca son completas. Por ejemplo, en la metáfora COMPRENDER ES VER (ya veo lo que quieres decir) no todo lo que sabemos de la VISIÓN se aplica a nuestro modelo de ENTENDIMIENTO (¿cuál sería el equivalente del nervio óptico?). Por eso decimos que las proyecciones o asociaciones entre elementos de los dos dominios son parciales.  El dominio de la VISIÓN ilustra otra importante característica de la metáfora: la multiplicidad. Un mismo dominio puede servir de fuente para varias metas (comprender, saber, analizar, juzgar, etc). Al mismo tiempo, dado que las proyecciones entre dominios son siempre parciales, un mismo dominio meta puede ser estructurado por varias fuentes. Por ejemplo, el TIEMPO se conceptualiza en términos de ESPACIO, pero también como DINERO.

2.4. Unidireccionalidad

Según este principio solo la estructura del dominio fuente se proyecta sobre el dominio meta, pero no al revés.  En la metáfora EL TIEMPO ES DINERO por ejemplo, el tiempo se conceptualiza como dinero, pero el dinero no se conceptualiza como tiempo. En ciertos casos parece que las dos direcciones fueran posibles (Ejemplo: representar a las personas como animales y a los animales como personas), pero en muchos casos lo que observamos son dos metáforas diferentes con sus respectivos focos de significado. Cuando las personas son descritas como animales lo que enfatizamos son sus instintos; cuando los animales se caracterizan como personas enfatizamos su comportamiento racional, moral o estético. Se trata por tanto de dos metáforas distintas.

2.5. Inconscientes y automáticas

Una de las características más polémicas atribuidas a la metáfora conceptual es su hipotética automaticidad. La evidencia experimental con la que contamos hoy día no sustenta la visión de que todas las metáforas conceptuales son inconscientes o automáticas. El tipo de metáfora parece jugar un papel, ya que los resultados más robustos se han encontrado principalmente con un tipo de ellas: las de base experiencial. En estos casos la activación de los dos dominios si parece ser automática e inconsciente.
Con el resto de metáforas conceptuales los resultados experimentales son menos consistentes. Las asociaciones conceptuales no parecen activarse en cualquier circunstancia, sino que dependen de varios factores; uno de ellos es el tipo de actividad, otro factor es la convencionalidad de la expresión y un tercer también relacionado es el contexto en el que aparece la expresión.

03.   Principales distinciones tipológicas

Un primer criterio es la estructura. Gracias a ella podemos clasificarlas en proyecciones de una correspondencia y proyecciones de varias correspondencias. En las primeras, el dominio fuente solo exporta un rasgo. El objetivo de estas proyecciones es dar prominencia a una parte del dominio meta mediante una característica muy saliente y esencial del dominio fuente. Por el contrario, en las metáforas de varias correspondencias, el dominio fuente exporta un amplio conjunto de correspondencias tanto ontológicas como epistémicas que nos permiten estructurar el dominio meta de manera más compleja, y por tanto expandir las inferencias que podemos hacer sobre él.
Un segundo criterio para clasificar metáforas es su motivación. El origen o motivación nos permite clasificarlas en metáforas correlaciónales y metáforas de parecido. Una correlación es la co-ocurrencia sistemática de dos dominios en nuestra interacción con el mundo. Otras metáforas, por el contrario están basadas en un parecido. El parecido entre dos dominios relacionados metafóricamente a nivel conceptual no depende de la existencia de una similitud literal y objetiva entre ellos, sino de ciertos rasgos en común que nosotros mismos construimos o imponemos al percibirlos.
Una clasificación muy parecida a la anterior es la distinción entre metáforas primarias y compuestas. Las metáforas primarias son lo mismo que las correlaciones, pero las complejas no son iguales a las metáforas de parecido. El criterio de clasificación en este caso es la complejidad. Mientras que las metáforas primarias son indivisibles porque nacen de una correlación experiencial directa entre dos dominios, las metáforas compuestas sí son divisibles en metáforas más sencillas.
De acuerdo a su función, las metáforas pueden clasificarse en estructurales, ontológicas y orientacionales. La función de las primeras consiste en organizar nuestro conocimiento del dominio meta mediante la rica estructura conceptual importada del dominio fuente. Las metáforas de varias correspondencias son por defecto metáforas estructurales, ya que esta justamente es su función. Por su parte, las metáforas ontológicas sirven para dar un estatus ontológico y por tanto mayor definición a los dominios abstractos.
Para concluir, las metáforas orientacionales dotan de coherencia a un conjunto de metáforas en nuestro sistema conceptual, puesto que comparten la misma fuente.
La naturaleza del dominio fuente es también un criterio de clasificación. En este grupo, 2 tipos de proyección se oponen a las metáforas estándares o regulares que hemos visto hasta el momento. Se trata de las metáforas imago esquemáticas y metáforas de imagen. En su lugar, la primera posee un esquema de imagen, y la segunda una imagen en sí. A diferencia de las demás, las metáforas de imagen son temporales y no suelen formar parte estable de nuestro sistema conceptual. Finalmente, las metáforas pueden clasificarse según su grado de generalidad en metáforas de nivel genérico y metáforas de nivel específico.

04.   Evidencia lingüística y psicolingüística

La existencia de metáforas conceptuales se sugirió en un primer momento a la vista de las sorprendentes sistematicidades que caracterizan nuestro lenguaje metafórico habitual. Pero pronto nuevos descubrimientos lingüísticos vinieron a respaldar la existencia de estas asociaciones conceptuales.
Un análisis mediante metáforas de los distintos significados que una palabra tiene en la actualidad nos revela que estos no son accidentales, sino que están relacionados. Una de las fuentes más convincentes de evidencia empírica proviene del campo de la psicología y la psicolingüística.
En los últimos años la evidencia empírica se ha multiplicado y también focalizado. La mayor parte de estudios en psicología experimental versan sobre asociaciones de las que llamaríamos primarias o correlaciónales, y muestran que en este caso la activación de las metáforas sí es automática. Una de ellas es la asociación entre IRA y Calor, basada en la experiencia fisiológica de aumento de temperatura que acompaña a la emoción.

05.   Las metáforas a nuestro alrededor

Además de la semántica y la psicología cognitiva, muchas otras disciplinas han adoptado el marco teórico que ofrece la teoría de la metáfora conceptual. Entre ellas cabe citar el aprendizaje y la adquisición de lenguas, el estudio de la lengua de signos, la crítica literaria , el estudio de la gramática y la filosofía. Igualmente amplia es la gama de temas que se convierten en objeto de estudio en el marco de la metáfora conceptual. Entre ellos encontramos las emocionales, las matemáticas, la moralidad, la publicidad, el mundo de la inteligencia artificial, la informática y el internet. La metáfora se utiliza también en el estudio del movimiento figurado o movimiento ficticio y en el impacto que el movimiento ficticio tiene en nuestra conceptualización del tiempo. El objetivo de estos estudios es determinar en qué casos son posibles estas metáforas, qué variación existe entre las distintas lenguas, y hasta qué punto este movimiento metafórico se procesa cognitivamente de la misma manera en que procesamos el movimiento real.

Pero como las metáforas conceptuales son fenómenos de pensamiento, también las observamos fuera de las expresiones orales o escritas de una lengua. Un caso estudiado es el de los gestos, donde observamos las mismas metáforas que en la lengua oral, con la que cooperan para comunicar coordinadamente las ideas que queremos transmitir. Las metáforas se manifiestan también en el comportamiento, o incluso en los objetos que creamos para nuestro uso cotidiano. Por ejemplo, si las ideas no se conceptualizaran como objetos materiales, no tendría sentido hablar de copyright intelectual.

2 comentarios:

  1. Buenas noches, me parece interesante el artículo. Quisiera citarlo en un trabajo. ¿Hay alguna referencia bibliográfica de éste?

    Saludos.

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