LA METAFORA CONCEPTUAL
La
metáfora conceptual es un fenómeno de cognición en el que un área semántica o
dominio se representa conceptualmente en
términos de otro; esto quiere decir que utilizamos nuestro conocimiento de un
campo conceptual, a menudo concreto o cercano a la experiencia física, para
estructurar otro campo que suele ser más abstracto. El primero se denomina dominio fuente, puesto que es el origen
de la estructura conceptual que importamos. El segundo se denomina dominio meta o destino. Por ejemplo, la
metáfora conceptual según la cual conceptualizaríamos el tiempo en términos de
dinero se denomina convencionalmente EL TIEMPO ES DINERO. Esta metáfora es
responsable de múltiples expresiones en español como ganar tiempo, malgastar tiempo o ahorrar tiempo.
Es
importante distinguir entre metáfora conceptual y expresión lingüística
metafórica. Las primeras son esquemas abstractos de pensamiento que se
manifiestan de muchas formas, entre ellas el lenguaje, en cambio, las
expresiones lingüísticas pueden variar de una lengua a otra aunque la metáfora
conceptual sea la misma. Por ejemplo, en español podemos decir que alguien ha hipotecado su tiempo, lo cual no es
posible en inglés.
Una
metáfora conceptual indica un conjunto de asociaciones sistemáticas entre los
elementos del dominio fuente y el dominio meta así como un conjunto de
inferencias que resultan posibles gracias a esa asociación. Las asociaciones
entre elementos se denominan correspondencias
ontológicas y las proyecciones de conocimiento, que nos permiten hacer
inferencias, se denominan correspondencias
epistémicas.
EL
lenguaje nos sugiere que muchos de nuestros conceptos más básicos se
conceptualizan metafóricamente; por ejemplo, es difícil hablar de las causas,
los estados, las acciones, el tiempo, las ideas o la vida sin usar lenguaje
metafórico (“responder” a una causa o “ganar” tiempo). Como las metáforas
conceptuales son fenómenos de pensamiento, también encuentran expresión en los
gestos, en el comportamiento, en la pintura, o incluso en los objetos que
creamos para nuestro uso cotidiano.
01. El
origen de las metáforas
Las
metáforas conceptuales no son arbitrarias; según la literatura, la principal
motivación de una metáfora conceptual puede residir en su base experiencial o
en la percepción que hacemos de un parecido entre dominios.
Una
de las razones por las que numerosas metáforas conceptuales son comunes a
muchos idiomas del mundo es que la asociación entre los dominios fuente y meta
tiene una base experiencial. Ejemplo de ello es, el dominio del CALOR, se
utiliza para estructurar el campo del AFECTO en muchos idiomas y por ello
decimos que una persona “cálida” es una persona afectuosa.
La
segunda motivación de las metáforas conceptuales es la percepción de un parecido entre dos dominios. El parecido
puede ser real y objetivo (por ejemplo, entre la forma de un ratón y la del
accesorio informático), o simplemente “percibido”. Un parecido es un parecido
que construimos entre dos entidades objetivamente diferentes porque según
nuestros modelos culturales tienen algún rasgo en común o porque las metáforas
conceptuales que ya poseemos nos invitan a ver una similitud entre ellos. Por
ejemplo, los linces y las personas inteligentes tienen objetivamente poco en
común, exceptuando un rasgo que se adjudica a ambos en nuestra cultura: el de
ser astutos.
Las
metáforas que poseemos también nos permiten construir una similitud estructural
entre dos dominios dispares. Por ejemplo, la ira se conceptualiza en muchos
idiomas como una sustancia caliente que ejerce presión dentro del cuerpo.
Objetivamente existe poco parecido entre algo concreto como una sustancia
física y algo abstracto como una experiencia emocional ; sin embargo, nos
resulta fácil entender la “lógica” que justifica expresiones como hervir la sangre o explotar. Esto porque la ira y los fluidos calientes dentro de un
contenedor a presión nos parecen “similares” , así según nuestro repertorio de
metáforas conceptuales más básicas, las
emociones son objetos/sustancias, el cuerpo es un contenedor y la intensidad es
calor.
Otro
mecanismo cognitivo que puede influir en el proceso de aparición de una
metáfora conceptual es el pensamiento metonímico, especialmente en los casos en
los que dos dominios tienen la misma base experiencial, como ocurre con MÁS y
ARRIBA. Ambos están correlacionados porque, a nuestra experiencia diaria de
apilar cosas o llenar contenedores, cuando aumentamos la cantidad de algo
también aumenta la altura que alcanza.
Para
terminar, es importante señalar que toda representación ocurre en el marco de
una cultura. Un ejemplo claro son las
metáforas en las que la PERCEPCIÓN se utiliza como dominio fuente. Muchos
idiomas tienen expresiones en las que las experiencias de los sentidos (vista,
oído, gusto, tacto y olfato) se utilizan para representar experiencias más
abstractas de tipo cognitivo o emocional (olerse
algo o tocar la fibra sensible). Las metáforas de PERCEPCIÓN por tanto
ilustran cómo la cultura sirve de filtro a las posibles representaciones
metafóricas que pueden construirse en base a nuestras experiencias sensoriales
y motoras.
02. Principales
características
Las
metáforas conceptuales se caracterizan por ser un fenómeno cognitivo, no un
simple accidente lingüístico, y por esta razón su presencia es ubicua dentro y
fuera del lenguaje.
2.1.
Lo abstracto en términos de lo concreto y corporeización
Una
de las características más importantes de muchas metáforas conceptuales es que
encuentran su motivación en nuestra experiencia senso-motora; esto quiere decir
que su aparición está mediada por las características del entorno en que
vivimos y del cuerpo con el que lo percibimos, de ahí que digamos que muchas
metáforas conceptuales están “corporeizadas”.
En
general, utilizamos información de un dominio concreto y perceptual para
estructurar otro dominio más abstracto. Por ejemplo, los conceptos del BIEN y
del MAL dependen en parte de otros dos más concretos y sensoriales: la CLARIDAD
y la OSCURIDAD, posiblemente porque cuando hay claridad podemos desenvolvernos
bien, mientras que en la oscuridad existen más riesgos.
2.2.
Estructura jerárquica y herencia
Una
segunda característica es que las metáforas no son fenómenos aislados, sino que
muchas de ellas constituyen casos específicos de metáforas más generales de las
que heredan su estructura. Forman
parte, por tanto, de una jerarquía.
Por ejemplo, LAS ACTIVIDADES DE LARGA DURACIÓN CON UN OBJETIVO se
conceptualizan de manera general como un VIAJE. No nos cuesta trabajo entender
la vida como un viaje porque las acciones se conceptualizan en general como
eventos de movimiento, ACCIÓN ES MOVIMIENTO de la que hereda su estructura
conceptual.
2.3.
Proyecciones parciales, invariabilidad y multiplicidad
Las
asociaciones entre dos dominios nunca son completas. Por ejemplo, en la
metáfora COMPRENDER ES VER (ya veo lo que
quieres decir) no todo lo que sabemos de la VISIÓN se aplica a nuestro
modelo de ENTENDIMIENTO (¿cuál sería el equivalente del nervio óptico?). Por
eso decimos que las proyecciones o asociaciones entre elementos de los dos
dominios son parciales. El dominio de la
VISIÓN ilustra otra importante característica de la metáfora: la multiplicidad.
Un mismo dominio puede servir de fuente para varias metas (comprender, saber, analizar, juzgar, etc). Al mismo tiempo, dado
que las proyecciones entre dominios son siempre parciales, un mismo dominio
meta puede ser estructurado por varias fuentes. Por ejemplo, el TIEMPO se
conceptualiza en términos de ESPACIO, pero también como DINERO.
2.4.
Unidireccionalidad
Según
este principio solo la estructura del dominio fuente se proyecta sobre el
dominio meta, pero no al revés. En la
metáfora EL TIEMPO ES DINERO por ejemplo, el tiempo se conceptualiza como
dinero, pero el dinero no se conceptualiza como tiempo. En ciertos casos parece
que las dos direcciones fueran posibles (Ejemplo: representar a las personas
como animales y a los animales como personas), pero en muchos casos lo que
observamos son dos metáforas diferentes con sus respectivos focos de
significado. Cuando las personas son descritas como animales lo que enfatizamos
son sus instintos; cuando los animales se caracterizan como personas
enfatizamos su comportamiento racional, moral o estético. Se trata por tanto de
dos metáforas distintas.
2.5.
Inconscientes y automáticas
Una
de las características más polémicas atribuidas a la metáfora conceptual es su
hipotética automaticidad. La evidencia experimental con la que contamos hoy día
no sustenta la visión de que todas
las metáforas conceptuales son inconscientes o automáticas. El tipo de metáfora parece jugar un papel,
ya que los resultados más robustos se han encontrado principalmente con un tipo
de ellas: las de base experiencial. En estos casos la activación de los dos
dominios si parece ser automática e inconsciente.
Con
el resto de metáforas conceptuales los resultados experimentales son menos
consistentes. Las asociaciones conceptuales no parecen activarse en cualquier
circunstancia, sino que dependen de varios factores; uno de ellos es el tipo de actividad, otro factor es la convencionalidad de la expresión y un
tercer también relacionado es el contexto
en el que aparece la expresión.
03. Principales
distinciones tipológicas
Un
primer criterio es la estructura. Gracias a ella podemos clasificarlas en
proyecciones de una correspondencia y
proyecciones de varias correspondencias.
En las primeras, el dominio fuente solo exporta un rasgo. El objetivo de estas
proyecciones es dar prominencia a una parte del dominio meta mediante una
característica muy saliente y esencial del dominio fuente. Por el contrario, en
las metáforas de varias correspondencias, el dominio fuente exporta un amplio
conjunto de correspondencias tanto ontológicas como epistémicas que nos
permiten estructurar el dominio meta de manera más compleja, y por tanto
expandir las inferencias que podemos hacer sobre él.
Un
segundo criterio para clasificar metáforas es su motivación. El origen o
motivación nos permite clasificarlas en metáforas correlaciónales y metáforas de
parecido. Una correlación es la co-ocurrencia sistemática de dos dominios
en nuestra interacción con el mundo. Otras metáforas, por el contrario están
basadas en un parecido. El parecido entre dos dominios relacionados
metafóricamente a nivel conceptual no depende de la existencia de una similitud
literal y objetiva entre ellos, sino de ciertos rasgos en común que nosotros
mismos construimos o imponemos al percibirlos.
Una
clasificación muy parecida a la anterior es la distinción entre metáforas
primarias y compuestas. Las metáforas primarias son lo mismo que las
correlaciones, pero las complejas no son iguales a las metáforas de parecido.
El criterio de clasificación en este caso es la complejidad. Mientras que las
metáforas primarias son indivisibles porque nacen de una correlación experiencial
directa entre dos dominios, las metáforas compuestas sí son divisibles en
metáforas más sencillas.
De
acuerdo a su función, las metáforas pueden clasificarse en estructurales, ontológicas y orientacionales.
La función de las primeras consiste en organizar nuestro conocimiento del
dominio meta mediante la rica estructura conceptual importada del dominio
fuente. Las metáforas de varias correspondencias son por defecto metáforas
estructurales, ya que esta justamente es su función. Por su parte, las metáforas
ontológicas sirven para dar un estatus ontológico y por tanto mayor definición
a los dominios abstractos.
Para
concluir, las metáforas orientacionales dotan de coherencia a un conjunto de
metáforas en nuestro sistema conceptual, puesto que comparten la misma fuente.
La
naturaleza del dominio fuente es también un criterio de clasificación. En este
grupo, 2 tipos de proyección se oponen a las metáforas estándares o regulares
que hemos visto hasta el momento. Se trata de las metáforas imago esquemáticas y metáforas de imagen. En su lugar, la
primera posee un esquema de imagen, y la segunda una imagen en sí. A diferencia de las demás, las
metáforas de imagen son temporales y no suelen formar parte estable de nuestro
sistema conceptual. Finalmente, las metáforas pueden clasificarse según su
grado de generalidad en metáforas de nivel
genérico y metáforas de nivel
específico.
04. Evidencia
lingüística y psicolingüística
La
existencia de metáforas conceptuales se sugirió en un primer momento a la vista
de las sorprendentes sistematicidades que caracterizan nuestro lenguaje
metafórico habitual. Pero pronto nuevos descubrimientos lingüísticos vinieron a
respaldar la existencia de estas asociaciones conceptuales.
Un
análisis mediante metáforas de los distintos significados que una palabra tiene
en la actualidad nos revela que estos no son accidentales, sino que están
relacionados. Una de las fuentes más convincentes de evidencia empírica
proviene del campo de la psicología y la psicolingüística.
En
los últimos años la evidencia empírica se ha multiplicado y también focalizado.
La mayor parte de estudios en psicología experimental versan sobre asociaciones
de las que llamaríamos primarias o correlaciónales, y muestran que en este caso
la activación de las metáforas sí es automática. Una de ellas es la asociación
entre IRA y Calor, basada en la experiencia fisiológica de aumento de
temperatura que acompaña a la emoción.
05. Las
metáforas a nuestro alrededor
Además
de la semántica y la psicología cognitiva, muchas otras disciplinas han
adoptado el marco teórico que ofrece la teoría de la metáfora conceptual. Entre
ellas cabe citar el aprendizaje y la adquisición de lenguas, el estudio de la
lengua de signos, la crítica literaria , el estudio de la gramática y la filosofía.
Igualmente amplia es la gama de temas que se convierten en objeto de estudio en
el marco de la metáfora conceptual. Entre ellos encontramos las emocionales,
las matemáticas, la moralidad, la publicidad, el mundo de la inteligencia
artificial, la informática y el internet. La metáfora se utiliza también en el
estudio del movimiento figurado o movimiento ficticio y en el impacto que el
movimiento ficticio tiene en nuestra conceptualización del tiempo. El objetivo
de estos estudios es determinar en qué casos son posibles estas metáforas, qué
variación existe entre las distintas lenguas, y hasta qué punto este movimiento
metafórico se procesa cognitivamente de la misma manera en que procesamos el
movimiento real.
Pero
como las metáforas conceptuales son fenómenos de pensamiento, también las
observamos fuera de las expresiones orales o escritas de una lengua. Un caso
estudiado es el de los gestos, donde observamos las mismas metáforas que en la
lengua oral, con la que cooperan para comunicar coordinadamente las ideas que
queremos transmitir. Las metáforas se manifiestan también en el comportamiento,
o incluso en los objetos que creamos para nuestro uso cotidiano. Por ejemplo,
si las ideas no se conceptualizaran como objetos materiales, no tendría sentido
hablar de copyright intelectual.
Buenas noches, me parece interesante el artículo. Quisiera citarlo en un trabajo. ¿Hay alguna referencia bibliográfica de éste?
ResponderEliminarSaludos.
es de cristina soriano
ResponderEliminarcapitulo 2.3